Textos para trabajar la cuestión.
Documento
1.
tan apretados, tan
asquerosos, y tan maltratados, que me certifican los mesmos que los traen, que
vienen de seis en seis, con argollas por los cuellos en las corrientes, y estos
mesmos de dos en dos con grillos en los pies, de modo que de pies a cabeza
vienen aprisionados, debajo de cubierta, cerrados por de fuera, donde no ven
sol ni luna, que no hay español que se atreva a poner la cabeza al ascotillón
sin almadiarse ni a perseverar dentro una hora sin riesgo de grave enfermedad.
Tanto es la hediondez, apretura y miseria de aquel lugar. Y refugio y consuelo
que en él tienen, es comer de veinticuatro a veinticuatro horas, no más que una
mediana escudilla de harina de maíz o de mijo o millo crudo, que es como arroz
entre nosotros, y con él un pequeño jarro de agua, y no otra cosa, sino mucho
palo, mucho azote y malas palabras. Esto es lo que comúnmente pasa con los
varones, y bien pienso que algunos de los armadores los tratan con mas benignidad
y blandura, principalmente ya en estos tiempos... (no obstante, la mayor parte)
llegan hechos unos esqueletos.
Alonso de Sandoval, De Instauranda Aethiopum Salute.
Sevilla, 1627.
Documento
2.
Desnudos, encueros,
presos y encadenados, con la comida y bebida tan tasa que se muere gran parte
de ellos; y los más llegan flacos, debilitados y enfermos.
Informe del Consejo Real,
siglo XVII.
Documento
3.
El tamaño y
características de las embarcaciones fueron modificándose conforme evolucionó
la navegación. En el siglo XVII, durante el asiento portugués, se empleaban
barcos mercantes adaptados, carabelas, pataches, urcas y filibotes -los
últimos, de fabricación holandesa-, inferiores a las 80 toneladas de arrastre
al principio, de entre 100 y 200 más adelante. En la época dorada de la trata
antillana, el siglo XIX, comenzaron utilizándose goletas y pailebots de unas
100 toneladas que cargaban entre 200 y 400 africanos. A medida que la ruta se
alejó de Senegal para dirigirse a la Costa de Oro, los golfos de Benín y Guinea
y el Congo, se emplearon bergantines y fragatas que podían llevar de 500 a 800
esclavos.
El cargamento de esclavos
recibía los nombres de "armazón" y de "cargazón". Las estimaciones llevadas a cabo consideran
que la media de carga de los barcos era de 2,5 esclavos por tonelada de
arrastre. Por encima de esa proporción -cuatro negros por tonelada de arqueo no
fue infrecuente-las condiciones se hacían tan inhabitables que la
"mercancía" tenía muchas más probabilidades de estropearse. Hasta 1750
aproximada, hubo dos tendencias en la carga de los hará negreros; unos
capitanes se inclinaban por los "fardos flojos" otros por los
"fardos prietos": según la modalidad de conducirlos más o menos
hacinados se producían más bajas y se podían vender peor después de esa fecha,
se impuso la tendencia de los fardos prietos, pues el precio pagado en destino
compensaba las bajas humanas (Mannix y Cowley,1970:109).
José Antonio Piqueras. La esclavitud en las Españas. Madrid, La
Catarata, 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario