Los numantinos, acosados por el hambre,
enviaron a Escipión cinco hombres, a los cuales habían encargado averiguar si
este les daría un trato moderado si se entregaban a los romanos. […] mas
Escipión, sabedor de lo que ocurría en la ciudad por los prisioneros, les
respondió que debían ponerse en sus manos y rendir la ciudad y sus armas. […]
Los numantinos se encolerizaron mucho más por sus desdichas cuando se les
informó de la respuesta de Escipión […]. No mucho después comenzaron a lamer
pieles cocidas ante la total ausencia de comestibles, de trigo, ganado y yerba.
Mas, cuando aquellas también faltaron, comieron carne humana cocida, comenzando
por la de los muertos.
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