Fuente: Ed. Vicens Vives.
El eje muestra la composición política de los gobiernos desde la muerte de Fernando VII hasta el fin del reinado de Isabel II. Este periodo se divide principalmente en tres etapas: - Regencia de María Cristina (1833-1840). - Regencia de Espartero (1840-1843). - Mayoría de edad de Isabel II (1844-1868). Los periodos de dominio moderado fueron mucho más que los progresistas: entre 1833 y 1868, se contabilizan 27 años de dominio moderado por 8 de los progresistas. El predominio de los moderados durante el reinado de Isabel II refleja la influencia ejercida por su base social, compuesta por terratenientes, comerciantes de envergadura, nobleza, alto clero y jerarquía militar. Se trataba de los poderes del Antiguo Régimen que para sobrevivir se alinearon con el liberalismo, cuyo establecimiento era inevitable. Los antiguos señores, ahora propietarios, seguían ejerciendo su poder. La Corona podía elegir quién debía formar gobierno y siempre se mostró mucho más cercana al moderantismo. Sus fuerzas más conservadoras aseguraban preservar el orden establecido y el interés de los privilegios. Consecuencias de ese predominio fueron, entre otras, la adulteración y postergación de proyectos liberales o el poco desarrollo de las libertades públicas e individuales, lo que favoreció el atraso del país. Al englobar al sector liberal más conservador, la ideología del partido moderado se plasmó en una acción de gobierno igualmente conservadora. Entre los elementos que caracterizaron su gobierno su gobierno se incluyen la restricción severa del sufragio (para impedir el acceso de sectores populares a la política), la defensa de la sobaría compartida entre Cortes y corona (ésta con grandes atribuciones), la influencia de la Iglesia, la limitación de los derechos, etc. Fuente: Ed. Almadraba. Los progresistas, por su parte, representaban el ala más reformista del liberalismo y fueron siempre más radicales en sus formulaciones. Eran partidarios de la soberanía nacional sin limitaciones y del predominio de las Cortes, y rechazaban la intervención directa de la corona en la política. Asimismo, defendían la descentralización de la Administración, dando más poder a los organismo locales, y la extensión de derechos individuales y colectivos (libertad de imprenta, de opinión, de religión, etc.). Rechazaban la preeminencia del catolicismo (durante su gobierno se declaró la no confesionalidad del Estado) y ampliaron el cuerpo electoral. Por otro lado, se mostraron partidarios de llevar a cabo una profunda reforma agraria, lo que les atrajo el apoyo de amplias capas de la población, a pesar de las limitaciones de las desamortizaciones. Sus actuaciones en el gobierno, sin embargo, estuvieron mediatizadas por la brevedad de su dominio y los obstáculos impuestos por las clases privilegiadas. |
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