En España la liquidación del Antiguo Régimen se efectuó mediante una alianza entre la burguesía liberal y la aristocracia latifundista, con la propia monarquía como árbitro, sin que hubiese un proceso paralelo de revolución campesina. Lejos de ello, los intereses del campesinado fueron sacrificados, y amplias capas de labriegos españoles (que anteriormente vivían en una relativa prosperidad y vieron afectada su situación por el doble juego de la liquidación del régimen señorial en beneficio de los señores, y del aumento de los impuestos) se levantaron en armas contra una revolución burguesa y una reforma agraria que se hacía a sus expensas, y se encontraron, lógicamente, del lado de los enemigos de estos cambios: del lado del carlismo. Así se puede explicar lo que con el esquema francés resulta inexplicable: que la aristocracia latifundista se situase en España del lado de la revolución, y que un amplio sector del campesinado apoyase la reacción. No podría entenderse correctamente la importancia que el carlismo tuvo en el siglo XIX español, si se ignorase esta raíz de revuelta campesina (no de revolución, puesto que carecía de soluciones para el futuro), y que quisiese reducirlo al discutible y trivial problema jurídico de la sucesión, o al entusiasmo que pudieran suscitar personalmente tío y sobrina, que allá andaban uno y otra en cualidades de gobernante. Eran dos concepciones distintas de cómo debía estar organizada la sociedad las que se enfrentaron en unas guerras civiles sangrientas, que fueron mucho más que una simple pelea entre frailes montaraces y conspiradores de logia, como algunas caricaturas, de uno y otro lado, pretenden. Y en esas concepciones contrapuestas de cómo debía organizarse, el problema de la tierra ocupaba un lugar central. Josep Fontana, "Transformaciones agrarias y crecimiento económico en la España contemporánea", en Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX, Ariel, Barcelona, 1975, pp. 162-163. |
TEXTO. LAS CAUSAS DEL APOYO DE LOS CAMPESINOS AL CARLISMO.
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Publicado por
Félix
en
17:59
Etiquetas:
La configuración del Estado liberal,
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