Los años de la guerra fueron duros en los pueblos de Castilla-La Mancha. Habían padecido entre 1802 y 1805 una de las peores crisis de subsistencia (...). Por ejemplo, en la provincia de Cuenca, entre 1802 y 1805 descendió la población un 11%, casi todos los fallecidos por la epidemia de terciabas o "tabardillo" y por el hambre. Sobre todo, por hambre, porque no servía de nada la quina si faltaba la comida, ni siquiera un trozo de pan. No vivían nuestros antepasados con mucho, les bastaba una libra de pan, o sea, unos 400 gramos por persona y día, pero ni eso lo tenían (...) En definitiva, más daño hizo el hambre que la guerra. Con este panorama, cuando, a partir de 1808 comenzaron a transitar las tropas francesas por los pueblos de La Mancha y requisaron víveres y animales y tributos para su sostenimiento, se produjo la lógica reacción en unos campesinos ya suficientemente esquilmados y empobrecidos. No lucharon para defender ningún rey ni ninguna dinastía, ni mucho menos el orden político estamental, sino que lucharon por subsistir, por mantener al menos esa libra de pan que necesitaban en su precariedad de vida, pues la mayoría se encontraban en las lindes de la miseria. Si a esto se une que desde parte del clero se lanzaron proclamas xenófobas, es fácil entender la enemiga tan rápida que se produjo contra los franceses. En todo caso, el heroísmo lo produjo ante todo el hambre; no fue el resultado de ninguna proclama patriótica lanzada por las élites ilustradas, sino la resistencia a perder los medios de subsistencia. Semejante protesta no era nueva. De hecho, tanto el bandolerismo, sostén de la guerrilla, como el amotinamiento contra las autoridades eran prácticas habituales por estas tierras. J. S. Pérez Garzón, Guerra y revolución: el inicio de la época contemporánea en Castilla-La Mancha (1808-1823). |
Texto historiográfico. El hambre en La Mancha y la Guerra de Independencia.
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Publicado por
Félix
en
23:47
Etiquetas:
La crisis del Antiguo Régimen,
Textos
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