Hacía tiempo que los Moderados habían comprendido la necesidad de planificar la victoria electoral, además de la de modificar la estructura electoral formal. Al final de la década de 1830 habían formado un comité para seleccionar por medio de sobornos y falsificaciones de los resultados, facilitada por la existencia de pequeños distritos electorales con pocos votantes, fácilmente identificables, se convirtió en práctica corriente. En 1847, los Moderados eligieron todos sus candidatos a los largo y ancho del país. La supervisión de las elecciones se convirtió gradualmente en un arte, con el ministro de gobernación como principal manipulador. Una vez que los Moderados o cualquier otro partido en el poder, conseguían controlar la maquinaria electoral, la única esperanza de un cambio de gobierno era la rebelión. Además, como el partido gobernante solía tener a un general a su cabeza, la posibilidad de una revuelta debía basarse en la obtención del apoyo previo de los oficiales del ejército ansiosos de romper la disciplina y de dirigir a sus hombres contra el gobierno. La monarquía parlamentaria manipulada tuvo como corolario el pronunciamiento como una forma de acción política. Herr, R, Ensayo histórico de la España contemporánea, Pegado, Jaén, 1977. |
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