Se trata de un documento fotográfico que muestra el interior de un colegio electoral en el que aparecen, en primer plano, dos mujeres que ocupan desde el centro toda la parte derecha de la fotografía: frente a ellas, en primer plano, vemos una urna donde se depositan los votos. A la izquierda, en segundo plano, aparecen dos figuras masculinas, que probablemente sean componentes de la mesa electoral, y en el centro de la fotografía, pero al fondo de la imagen, otro hombre, que podría pertenecer a las fuerzas del orden. Por la actitud de algunas figuras, podríamos deducir que están "posando" para el fotógrafo en el momento de emitir el voto, no parece que haya razones para pensar que la fotografía esté modificada. Desconocemos otros datos, como el autor o el lugar exacto donde se realizó, pero conocemos la fecha y el hecho reflejado en el documento: se trata de la primera vez que las mujeres tienen derecho a votar en unas elecciones generales a Cortes en España, sucedió el 19 de noviembre de 1933, de ahí la importancia de esta fotografía como fuente histórica.
El hecho reflejado en el documento se enmarca en la evolución política y los intentos modernizadores que se producen en España desde el advenimiento de la Segunda República, en abril de 1931. La Constitución de 1931 reconoce en su artículo 36 los mismos derechos electorales a los "ciudadanos de uno y otro sexo mayores de 23 años". La ley electoral se había modificado rebajando de 25 a 23 años la edad mínima para ser elector y elegible en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931. Curiosamente, aunque las mujeres no podían votar en esas elecciones, pues se relega su derecho a voto hasta la aprobación de la Constitución, sí pueden ser candidatas, y por tanto, elegidas para formar parte de esas Cortes Constituyentes. El derecho a votar, reconociendo a las mujeres por la la Constitución, no quedaría concretado hasta la nueva ley electoral de julio de 1933, de modo que será a partir de entonces cuando las mujeres mayores de 23 años podrán acudir por primera vez a unas elecciones con la doble condición de electoras y elegibles: esas elecciones serán las de noviembre de 1933.
Durante el periodo electoral, abierto en octubre con la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para noviembre, tanto las derechas como las izquierdas tratarán de elaborar programas electorales para atraerse el voto femenino, ya que podía resultar numéricamente decisivo. No estaba claro hacia donde se decantaría este electorado: la derecha contaba con el conservadurismo y el clericalismo para atraerse el voto femenino, mientras, la izquierda esperaba que, ante la incultura y pasividad femeninas, fuera el hombre el que impusiera a la mujer cuál había de ser el sentido del voto.
Finalmente, el triunfo fue para el centro-derecha, parece que el voto femenino se inclinó más hacia la derecha, sobre todo en aquellos lugares en los que la influencia del clero era mayor y entre las mujeres menos jóvenes. Pero no es este hecho el que explica los resultados de las elecciones, sino la abstención anarquista y la circunstancia de que las izquierdas se presentaran desunidas, con un sistema electoral que beneficiaba a las coaliciones y a las mayorías.
Un tema bastante olvidado pero importante de resaltar
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