[…] porque todos conocéis las controversias que suscita y las inevitables sonrisas enigmáticas que provoca en las gentes la palabrafeminismo, sonrisas enigmáticas y guiños y miradas de inteligencia, que las más de las veces no significan ni esconden otra cosa sino la desoladora vacuidad psicológica de los ‘enterados’ y autoritarios juzgadores.
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FELIZ 8 DE MARZO!!!
Quizás sigan vigentes las palabras que pronunciara la escritora y periodista Blanca de los Ríos el 28 de junio de 1914 en uno de los salones del Congreso de los Diputados, en honor de Emilia Pardo Bazán, para apoyar la admisión de ésta en la Real Academia de la Lengua:
CARICATURA Y OPINIÓN PÚBLICA EN ESPAÑA. REVISTA LA FLACA.
La Flaca : revista liberal y anticarlista o simplemente La Flaca, fue una revista española de carácter principalmente satírico, de una tendencia política republicana y federal, publicada en Barcelona entre el 27 de marzo de 1869 y el 3 de marzo de 1876, coincidiendo con el Sexenio Democrático, momento en que la libertad de prensa permitió este tipo de publicaciones. El semanario gráfico, de unas cuatro páginas, era en castellano, de tirada nacional e incluso con venta a Ultramar, Francia o Italia. Sufrió diversas suspensiones y, para poder evitar la censura, fue publicada bajo distintos encabezados: La Carcajada, La Risotada, La Risa, La Madeja política, El Lío y La Madeja.
Poseía buenos colaboradores; los textos aparecían sin firmar o con pseudónimo, pero lo más destacable es la calidad de sus ilustriaciones, realizadas en cuatricomía por Tomás Pradó. Se impone por la vistosidad de sus representaciones gráficas que ocupan cada vez más espacio, saltando éstas de la cuarta página a las ya mencionadas dos páginas centrales con gran lujo de colores y formas. Las caricaturas marcaron época, fijando el estilo y el tipo de caricaturismo político español del siglo XIX.
Poseía buenos colaboradores; los textos aparecían sin firmar o con pseudónimo, pero lo más destacable es la calidad de sus ilustriaciones, realizadas en cuatricomía por Tomás Pradó. Se impone por la vistosidad de sus representaciones gráficas que ocupan cada vez más espacio, saltando éstas de la cuarta página a las ya mencionadas dos páginas centrales con gran lujo de colores y formas. Las caricaturas marcaron época, fijando el estilo y el tipo de caricaturismo político español del siglo XIX.
La colección digitalizada es obra del profesor Antonio M. Martín Martín a quien agradezco su esfuerzo en poner a disposición de tod@s un recurso tan útil y atractivo para nuestras clases.
Puedes consultar todos los números digitalizados de LA FLACA (PRIMERA ÉPOCA), LA CARCAJADA, LA FLACA (SEGUNDA ÉPOCA), LA MADEJA POLÍTICA 1, EL LÍO, LA MADEJA POLÍTICA 2 y LA MADEJA haciendo clic en el siguiente enlace "Taller de caricatura y política en el siglo XIX" donde encontrarás todos los números.
El Lío 01 7 de febrero de 1874
La Madeja Política 01
EL VOTO FEMENINO EN ESPAÑA
Se trata de un documento fotográfico que muestra el interior de un colegio electoral en el que aparecen, en primer plano, dos mujeres que ocupan desde el centro toda la parte derecha de la fotografía: frente a ellas, en primer plano, vemos una urna donde se depositan los votos. A la izquierda, en segundo plano, aparecen dos figuras masculinas, que probablemente sean componentes de la mesa electoral, y en el centro de la fotografía, pero al fondo de la imagen, otro hombre, que podría pertenecer a las fuerzas del orden. Por la actitud de algunas figuras, podríamos deducir que están "posando" para el fotógrafo en el momento de emitir el voto, no parece que haya razones para pensar que la fotografía esté modificada. Desconocemos otros datos, como el autor o el lugar exacto donde se realizó, pero conocemos la fecha y el hecho reflejado en el documento: se trata de la primera vez que las mujeres tienen derecho a votar en unas elecciones generales a Cortes en España, sucedió el 19 de noviembre de 1933, de ahí la importancia de esta fotografía como fuente histórica.
El hecho reflejado en el documento se enmarca en la evolución política y los intentos modernizadores que se producen en España desde el advenimiento de la Segunda República, en abril de 1931. La Constitución de 1931 reconoce en su artículo 36 los mismos derechos electorales a los "ciudadanos de uno y otro sexo mayores de 23 años". La ley electoral se había modificado rebajando de 25 a 23 años la edad mínima para ser elector y elegible en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931. Curiosamente, aunque las mujeres no podían votar en esas elecciones, pues se relega su derecho a voto hasta la aprobación de la Constitución, sí pueden ser candidatas, y por tanto, elegidas para formar parte de esas Cortes Constituyentes. El derecho a votar, reconociendo a las mujeres por la la Constitución, no quedaría concretado hasta la nueva ley electoral de julio de 1933, de modo que será a partir de entonces cuando las mujeres mayores de 23 años podrán acudir por primera vez a unas elecciones con la doble condición de electoras y elegibles: esas elecciones serán las de noviembre de 1933.
Durante el periodo electoral, abierto en octubre con la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones para noviembre, tanto las derechas como las izquierdas tratarán de elaborar programas electorales para atraerse el voto femenino, ya que podía resultar numéricamente decisivo. No estaba claro hacia donde se decantaría este electorado: la derecha contaba con el conservadurismo y el clericalismo para atraerse el voto femenino, mientras, la izquierda esperaba que, ante la incultura y pasividad femeninas, fuera el hombre el que impusiera a la mujer cuál había de ser el sentido del voto.
Finalmente, el triunfo fue para el centro-derecha, parece que el voto femenino se inclinó más hacia la derecha, sobre todo en aquellos lugares en los que la influencia del clero era mayor y entre las mujeres menos jóvenes. Pero no es este hecho el que explica los resultados de las elecciones, sino la abstención anarquista y la circunstancia de que las izquierdas se presentaran desunidas, con un sistema electoral que beneficiaba a las coaliciones y a las mayorías.
COMPOSICIÓN DE LAS ÚLTIMAS CORTES DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
La reproducción nos muestra la composición de las últimas Cortes de la Segunda República surgidas de las elecciones de febrero de 1936.
A estas elecciones se presentaron unidas las izquierdas en el Frente Popular (pacto suscrito en enero por republicanos de izquierda, PSOE, UGT, Juventudes Socialistas, POUM, Partido Sindicalista y PCE). Al contrario que en 1933, las derechas aparecían desunidas, la CEDA quedaba aislada mientras Calvo Sotelo intentaba relanzar el Bloque Nacional y Alcalá Zamora no vio realizada su esperanza de que se consolidara un centro capaz de evitar la polarización en las elecciones de febrero. Se advierte perfectamente en la reproducción el hundimientos de los partidos de centro y de los radicales, pagando estos últimos los escándalos de la etapa anterior.
La participación en las elecciones fue alta, un 72% del electorado, lo que se atribuye, en parte, al voto anarquista. Los resultados según Javier Tusell, especialista en el tema, fueron para la izquierda un 34,3% de los votos, el centro, el 5,3%, y las derechas, el 33,2%, mientras que para otros autores como A. de Miguel las diferencias fueron mayores. En todo caso, el Frente Popular ganó las elecciones en 37 circunscripciones, en todas las grandes ciudades industriales y, en general, en la periferia del país, siendo la derecha predominante en Castilla la Vieja y, dividida entre ambas opciones, Castilla la Nueva. Es igualmente destacar la disparidad entre votos y escaños, por ejemplo, la CEDA, con el 23% de los votos obtenía el 19% de escaños, y el PSOE, con el 16% de votos el 21% de escaños. Esto fue posible porque la ley electoral premiaba las coaliciones, y las discusiones parlamentarias de las actas impugnadas se resolvieron casi siempre a favor de la coalición de izquierdas.
El interés del documento como fuente histórica es indudables, ya que muestra la fragmentación de las Cortes, que reflejaban la división del país en dos bloques de importancia semejante, pero cuyas posturas se habían venido radicalizando desde el bienio anterior (radical-cedista).
Contexto.
El mismo día de las elecciones Gil Robles y Franco piden a Portela Valladares, presidente del Gobierno, que declare la ley marcial. El día 19, con la oposición de Alcalá Zamora, el gobierno dimite en pleno. El mismo día, Azaña forma de nuevo gobierno con republicanos de izquierda, diría entonces aquello de "de nuevo nos toca segar la hierba en verde".
Las primeras acciones del gobierno Azaña se encaminan al cumplimiento del programa con el que el Frente Popular había ganado las elecciones: amnistía para los presos de la Revolución de 1934 y relanzamiento de la Reforma agraria, sin embargo, los enfrentamientos entre campesinos y la Guardia Civil son continuos y los propietarios se niegan a contratar jornaleros. En algunas ciudades continúan los desórdenes mientras la CEDA pierde credibilidad en la derecha y miles de afiliados de las JAP (juventudes cedistas) se pasan a la Falange, ilegalizalizada desde marzo y con su jefe, José Antonio Primo de Rivera, preson en Alicante.
En virtud del artículo 81 de la Constitución, las Cortes debatieron sobre la necesidad de disolver las Cortes anteriores. El resultado de la votación fue contrario al presidente de la República, Alcalá Zamora fue destituido y elegido Azaña en su lugar, que el 10 de mayo tomaba posesión como jefe del Estado. Este hecho dejaba fuera de la acción política directa la líder principal de la izquierda burguesa, mientras que los socialistas, divididos, rechazaron la propuesta de formar gobierno, decantándose por las tesis de Largo Caballero, que hablaba de no colaboración con las fuerzas burguesas.
Así pues, las derechas se dedicarán a la organización de un golpe militar (capaz de frenar lo que pensaban era un revolución inminente) y a la provocación, que será respondida por la izquierda. Se suceden enfrentamientos en las calles, Calvo Sotelo anima a dar un golpe violento a los militares, Mola termina de montar la trama civil y militar para un golpe de Estado y Casares Quiroga no termina de controlar la situación.
Con este clima llegamos al mes de julio de 1936, los asesinatos del teniente Castillo, socialista, y del líder del Bloque Nacional, Calvo Sotelo, son indicativos de los problemas del momento, no la causa de la sublevación militar que se producirá el día 17 de julio en Marruecos, un intento de golpe de Estado militar preparado desde el mismo día de las elecciones de 16 de febrero de 1936.